Hospital de San Ramón: Carlos Luis Valverde Vega. |
El juego de la vida y la muerte. Capítulo I.
El hospital de San Ramón es el centro de muchas historias o tragedias contadas y vividas por muchos moncheños que habitan este pueblo. Es un lugar que desde su nacimiento, han sabido sirve para subsanar su heridas o dolencias.
En estas puertas se desgarra la esperanza de vivir o morir. Es la entrada a la última oportunidad para creer o dejar de creer en un Dios que sana y salva. Gritos, llanto y sufrimiento no es tan lejano al infierno que han vivido muchos familiares al saber de la condición o diagnóstico de sus parientes.
Los médicos son testigos de la existencia del sufrimiento y dan testimonio de los milagros que el poderoso ha hecho por cada vida salvada. Esas vidas que han pendido de un hilo si se salvan, nunca volverán a ser iguales.
A estas puertas no solo llegan los que están enfermos, sino aquellos que vienen a enfermarse de lo que pasa allí dentro. Los funcionarios de la salud pública son los que sufren en carne propia el tener que discriminar, abandonar, olvidar y despreciar dolencias por grado de magnitud o por tipo de prioridad.
No creo que vivan a gusto, cuando su pasión es ayudar incondicionalmente, mientras el sistema los ata a resolver lo básicamente necesario para una atención médica generalizada y casi gratuita muy barata.
Hospedarse en este hotel cinco estrellas, como me lo hicieron ver unas enfermeras en alguna ocasión en la que estuve internado en el área de hombres para operar, es una bendición y una oportunidad para conocer las dolencias y enfermedades de los demás inquilinos que tal vez no salgan con vida de allí.
La puerta a la tragedia es una verdadera experiencia humana, que lleva al ser humano a reflexionar acerca de su condición y su relación con el más allá. Esa puerta nunca está abierta para quien deseen entrar, pero sí para quien desee salir bajo autorización médica y apta para volver a la vida común y corriente.
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